top of page

Africano

Somos paradoja…

Roberto Africano, nací en Bogotá. Durante toda mi vida he sentido gran admiración por el arte. En la década de los 90, terminé mis estudios como Diseñador Gráfico de donde surgió mi inquietud por el movimiento expresionista, por aquel concepto que para mí constituye una mezcla de lo abstracto con algo de tipo irracional. Fue aproximadamente en el año 2005, que toda esa inquietud se hizo realidad al decidirme a comprar un par de lienzos para empezar a plasmar todo aquello que tenía reservado en esos años de universidad de manera un poco nerviosa, pero sin contar con aquella seguridad -con la que ahora cuento- de estar, haciendo ahora lo que realmente había anhelado durante muchos años: pintar.

Para mí, estos primeros intentos resultaron siendo un desborde de todas aquellas pasiones que en ese momento pasaban por mi mente en donde se incluían también una gran cantidad de insatisfacciones laborales, sentimentales y una gran rebeldía por comunicar todo aquello que salía fluidamente de mis manos y  que por medio de una espátula se hizo realidad. Esta etapa duró más o menos, unos 5 años y decidí denominarla “arte decorativo”, una práctica llena de manchas y dominada por un pigmento negro que se hacía inevitable. Defino este periodo como un tanto oscuro, pero necesario para permitirme soñar. Cerca del año 2013 inicié un tipo de pensamiento pictórico sumamente inconsciente pero que en el fondo desfigura de forma espontánea, pero casi universal, un interés por llegar a una máxima atracción de la figura humana y de todo lo que le rodea llegando a plasmar todas esos inconformismos a los que fui expuesto en mi labor como reportero gráfico y a todos esos problemas “lógicos” que se asemejan a una sociedad corrupta como la de nuestro país.

En gran parte de mis obras, intento perder la noción de bordes o límites y por medio de una máscara de cinta delineo el territorio a trabajar, territorio que por supuesto es ajeno y desconocido. Esta máscara, me da la posibilidad de jugar con las líneas y multitud de registros cromáticos que empiezan a tener formas distintas. Intento poner en juego el clímax en que la figura humana sólo es una percepción, un símil que se funde y se oculta. Sus siluetas,  esbozan seres que parecen ir hacia algún lugar como quienes tienen que migrar o ser desplazados “por otro lugar” y “hacia otro lugar” también se encuentran en reuniones de quienes en un desborde de alegría para festejar pasan rápidamente a escenas en donde se despiden de sus seres queridos. Otros seres en “oblicuidad” se presentan como territorios que por causa de las balas están repletos de soledades. Es en los últimos trabajos, donde emerge una necesidad de algún ser no especificado, una necesidad de encontrar un camino o un lugar en donde la repetición de siluetas refleja no-lugares expandidos.

bottom of page